Nací en un hogar evangélico y, a la usanza de antes, fui bautizada siendo una bebé. A partir de mi adolescencia, mi asistencia a los cultos dominicales fue inconstante, a veces se limitaba a una visita a la iglesia tan sólo en las fechas conmemorativas de Semana Santa, Navidad, etc. Sin embargo, hace 15 años tuve un reencuentro con Jesucristo y después de ello, uno de mis días más felices fue cuando me bauticé.
Recuerdo perfectamente el día que anunciaron en la iglesia que iba a haber una preparación para aquellos que deseaban bautizarse, yo sabía que me habían bautizado de pequeña; sin embargo, en cuanto oí el anuncio lo decidí: Asistiría a esta preparación.
Hubo momentos de duda de mi parte. ¿Será correcto hacerlo? ¿Estaré invalidando la ceremonia que ya mis padres habían celebrado conmigo delante de Dios? Finalmente mi anhelo por hacerlo fue mucho más grande que todas las dudas que pudieron venir a mi cabeza y que todas las opiniones que escuché por mi decisión. Así es que el 30 de Octubre de 1994 fue el gran día, fue mi gran oportunidad de públicamente decirle que sí a Dios y a mi nueva vida en Jesucristo, delante de sus siervos y de una gran cantidad de testigos.
Qué gran gozo experimenté. Al salir del agua y bajar de la pila bautismal, en mi rostro había una gran sonrisa y sé que un brillo muy especial porque así lo sentí, y luego me lo confirmaron una prima y una amiga que ahí estuvieron acompañándome. Aún hoy al evocarlo se inunda mi corazón de ese gran gozo nuevamente.
En unos días en nuestra Iglesia habrá bautizos, y si aún no has vivido esta experiencia en tu nueva vida con Jesucristo, te invito a que estés orando y pidas guianza de Dios para dar este importante paso de fe; créemelo será uno de los días de más grande regocijo en tu vida.
Recuerdo perfectamente el día que anunciaron en la iglesia que iba a haber una preparación para aquellos que deseaban bautizarse, yo sabía que me habían bautizado de pequeña; sin embargo, en cuanto oí el anuncio lo decidí: Asistiría a esta preparación.
Hubo momentos de duda de mi parte. ¿Será correcto hacerlo? ¿Estaré invalidando la ceremonia que ya mis padres habían celebrado conmigo delante de Dios? Finalmente mi anhelo por hacerlo fue mucho más grande que todas las dudas que pudieron venir a mi cabeza y que todas las opiniones que escuché por mi decisión. Así es que el 30 de Octubre de 1994 fue el gran día, fue mi gran oportunidad de públicamente decirle que sí a Dios y a mi nueva vida en Jesucristo, delante de sus siervos y de una gran cantidad de testigos.
Qué gran gozo experimenté. Al salir del agua y bajar de la pila bautismal, en mi rostro había una gran sonrisa y sé que un brillo muy especial porque así lo sentí, y luego me lo confirmaron una prima y una amiga que ahí estuvieron acompañándome. Aún hoy al evocarlo se inunda mi corazón de ese gran gozo nuevamente.
En unos días en nuestra Iglesia habrá bautizos, y si aún no has vivido esta experiencia en tu nueva vida con Jesucristo, te invito a que estés orando y pidas guianza de Dios para dar este importante paso de fe; créemelo será uno de los días de más grande regocijo en tu vida.
"Pedro les dijo: Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo"
Hechos 2:38
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