jueves, 12 de febrero de 2009

Una historia para compartir

Feliz día del amor y de la amistad. Sabes, este escrito lo hice para enviarlo al periódico El Norte hace 15 años, había salido una convocatoria para compartir la historia de un gran amor o de una gran amistad, los textos seleccionados se iban a estar publicando y había un premio. Nunca pensé ganar, de hecho ese no era mi propósito, lo único que me interesaba era compartir con el mayor número de personas esta experiencia de amor que transformó mi vida. Hoy la quiero compartir contigo por este medio….

SÓLO ENTONCES ENTENDÍ TAN GRANDE AMOR

Empezaba el año de 1993 y aparentemente todo transcurría normalmente en mi vida. Si entonces hubiera hecho una evaluación de mi situación anímica, seguramente hubiera dicho: “Todo está excelente”. Pero un buen día de enero de ese año que recién iniciaba, mi panorama cambió completamente, repentinamente caí en un pozo profundo y negro llamado depresión.

Mis días se llenaron de inexplicable angustia, insomnio, desgano, tristeza, temores y de una terrible confusión en mi mente que me llevaba continuamente a preguntarme: ¿Cuándo volveré a tener control de todo, cuándo volverán las cosas a ser “normales”? No había respuesta a mis preguntas; en cambio, día a día me inundaba una tristeza y un gran vacío que me llevaban a experimentar una inmensa soledad, aun cuando mi familia se esforzaba por hacerme sentir su amor y compañía.

Uno de esos días de total desesperanza, le hablé a mi hermana Norma. Cuando llegó se puso frente a mí y me preguntó: Nancy ¿Tienes miedo a morir? ¿Tienes seguridad de a dónde vas a ir si murieras? No contesté, pero de hecho ese era uno de los temores que había empezado a experimentar. Finalmente me preguntó que si quería que orara por mí, yo sólo le dije que sí, igual ya había intentado otras cosas como hacer ejercicio, doctores, antidepresivos; así es que ¿qué daño habría con una oración?

Norma empezó a orar y la verdad quedé impactada. ¿Cómo es que le habla a Dios como si fuera alguien tan cercano?, me preguntaba. Fue hermoso ver la forma en que le decía “Padre” y oírla pedir que pusiera paz en mi corazón, que me consolara, que me fortaleciera, que Jesucristo llenara todo vacío. Su oración me hizo sentir muy bien, pero también me di cuenta de que yo NUNCA había hablado con Dios de esa forma.

Hasta antes de casarme asistí a la misma iglesia evangélica donde mis papás y hermanos iban. Ahí muchas veces escuche “Jesucristo te ama y murió para pagar el precio de tus pecados”, para ser honesta nunca me había quedado claro el significado de esa expresión. Pero cuando alguien contaba que había experimentado el perdón de Dios y reconocido a Jesucristo como su Salvador y luego explicaba que era ex-drogadicto o ex-ladrón; me atrevía a decir piadosamente: “verdaderamente necesitaban de Dios”. Yo creía ser una buena persona, no le hacia daño a nadie y sentía que era muy ecuánime y madura para dirigir mi vida por un “buen” camino. Sin embargo, esa forma de percibirme se volvió ante mis ojos en una gran soberbia y orgullo pecaminoso, que me hizo sentir muy mal; tan mal como cualquiera de esas personas de “grandes” pecados. Ese sentimiento fue el detonador para que la expresión del amor de Jesucristo cobrara verdadero sentido en mí.

Por fin me di cuenta de que había mantenido a Dios fuera de mi vida porque sentía que lo necesitaba menos que otros. Mi primer paso fue dejar de ver a Dios como alguien lejano y ocupado con problemas “más importantes”; por primera vez oré con plena conciencia para abrir mi corazón a Jesucristo y reconocerlo como aquel que pagó el precio de mi pecado de soberbia. Hoy las riendas de mi vida están en sus manos. Él me sanó, quitó toda mi tristeza, y me llevó a una nueva vida en la que he experimentado una plenitud y un gozo totalmente diferente. No puedo negar que mi experiencia con la depresión fue muy dolorosa, pero para mi significó la maravillosa oportunidad de conocer a Jesucristo; sólo entonces entendí tan grande amor (Nancy E. Treviño de Alanís).

jueves, 5 de febrero de 2009

Fieles a la visión en Dubai



Querida iglesia Visión Apostólica:

Hace tres años que nuestro Pastor Mario Sánchez y ustedes nos bendijeron cuando decidimos dejar a nuestra tierra y nuestra parentela para emprender nuestra aventura llamada Dubai.

Hoy damos testimonio de que nuestro Dios nos ha sostenido y ha sido fiel. El primer año fue muy difícil porque en la iglesia donde nos congregamos éramos los únicos latinos y nos hacían falta los tiempos de intercesión en español y el calorcito al que estábamos acostumbrados, pero poco a poco han ido llegando personas que comparten nuestra misma fe, ahora ya somos siete familias que cada viernes saliendo del culto nos vamos a comer juntos.

El próximo lunes 16 de febrero tendremos el primer desayuno evangelístico para mujeres latinas, doy gracias a Dios por todo lo que pude aprender al lado de las Mujeres que Hacen Historia, porque ahora me está ayudando para coordinar este evento en el cual yo estaré compartiendo el mensaje de salvación entre todas las invitadas.

Sé que también ustedes han tenido muchas pruebas y bendiciones en estos últimos tres años y alabo a Dios porque también El ha sido fiel con ustedes, y ahora que están por iniciar una nueva etapa en la historia de la congregación estoy segura que serán prosperados. ¡Muchas felicidades por este paso de fe que han dado!

Y la palabra que Dios le dio a nuestro Pastor en 1998 está vigente:

En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un monte parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur. Ezequiel 40:2.

Los amamos y los recordamos siempre con mucho cariño:

Miguel Angel, Haydeé y Míkel Gómez.

 
Blogger Templates by Wishafriend.com